Reflexiones después de un taller de limpieza ancestral
La semana pasada hicimos el taller de limpieza de las memorias ancestrales de rábia, alcoholismo, etc … Un grupo integrado por algunas personas que ya han hecho otros talleres conmigo, otras que vienen a mis clases, y también personas que participaron por primera vez.
Organizo este taller en cada estación, por lo tanto, 5 talleres de este tipo por año, porque la Medicina China Tradicional considera que hay 5 estaciones, como hay 5 elementos; la estación más desconocida en Occidente es la del fin del verano, que corresponde al elemento Tierra.
Cada taller de limpieza de las memorias ancestrales es muy especial para mi. Siempre un grupo diferente, siempre una forma de hacerlo diferente, por más que el objetivo sea el mismo: limpiar, limpiar, limpiar, de generación en generación.
La gente viene con sus miedos, si nunca ha practicado conmigo este tipo de ejercicio, y lo entiendo perfectamente porque yo tuve las mismas dudas cuando hice mi primera limpieza ancestral con Eglantine Oudart. Pero rápidamente, con los ejercicios físicos de qi gong que permiten relajar el cuerpo, sacar emociones, y por fin, llegar a sentir más calma, se entra en un estado de mayor confianza. Después sigue todo un ritual para instalar sus ancestros de manera simbólica, con fotos de la familia, y un agradable y emocionante compartir entre los participantes; miramos las fotos de cada uno, encontramos puntos comunes con nuestra propia vivencia, entendemos que si es cierto que tenemos una herida, un sufrimiento, el otro, nuestro vecino, también tiene una. Y así entramos en la meditación guiada, siempre diferente, viajando de nuestros padres a nuestros abuelos, de nuestros abuelos a sus padres… y así pasando a través de 8 generaciones, más la nuestra; el trabajo se hace meditativo, pero también es sensorial, físico, energético, y nos llegan imágenes, y sensaciones, y finalmente la toma de conciencia. Instalamos perdón donde se necesita perdón, amor donde falta amor, instalamos el espíritu familiar, con toda nuestra mejor intención de curar lo que hay que curar. A la vuelta, pedimos a nuestros ancestros que nos den lo que necesitamos en nuestra vida; si nos falta alegría, que nos la dé un antepasado que tenía mucha… Todo el trabajo se hace de manera dulce, sin catarsis ni explosión emocional.
Limpiando a tus ancestros te limpias, porque eres tus ancestros. Saludando a tus ancestros, te saludas; perdonando a ellos, te perdonas. Limpiando el pasado, te cambias, y das así un nuevo potencial y una nueva fuerza al presente, y al futuro. A veces traigo la imagen de un río bloqueado por unas rocas; el río es la energía vital circulando entre las generaciones de una misma familia; las rocas son las heridas y los sufrimientos vividos; desbloquear esto permite al río volver a su naturaleza profunda, que es el fluir y la vitalidad pura.
Cuando veo al acabar la sesión las caras alegres de los participantes, cuando escucho sus experiencias durante el taller, cuando recibo sus llamadas y me dicen lo que ha cambiado en sus vidas a partir de esta experiencia, agradezco mucho a la práctica y a los ancestros de la práctica, el poder ayudar, a mi manera, a la gente que lo necesita.
Mucho antes del psicoanálisis, las tradiciones taoísta, confucionista, budista, como las chamanístas, sabían el poder del transgeneracional. Y es lo que os propongo descubrir, en un viaje apasionante.



